Ana Julia Castellanos fue el verdadero nombre de "María Bonita", No por su belleza fue bautizada con ese nombre, sino, más bien, como la antítesis que recordaba la belleza de la actriz mexicana María Feliz, a quien Agustín Lara compuso una canción titulada con ese nombre. Con su estatura muy diminuta vestía faldas de colores intensos, de arreglo exagerado, con mucho collares tenía grandes conquistas amorosas.
Quizá no llegaba ni a ciento cuarenta centímetros, y a duras penas tendría 40 kilos de peso, se veía débil combatiendo contra el viento, su magra figura no era para llamar la atención de nadie. Sin embargo, sin atractivo, María bonita sabia ingeniarse para llamar la atención, y ser el centro de atracción, en cualquier esquina o en la Plaza Bolívar, donde solía estar todos los días mostrándose y luciéndose delante de todos los ciudadanos, la pintoresca mujer que luego de años de bohemia y desenfreno fue víctima del alcoholismo, viviendo en la calle, cerca de la calle 7 con Séptima Avenida, rechazando las posibilidades de ser internada en un asilo. Por más de dos décadas hizo del centro de la ciudad el sitio de sus querencias. Había nacido en Rubio y falleció a los sesenta años de edad el 29 de diciembre de 1982 en el Hospital Central de San Cristóbal. Su figura ha sido motivo de inspiración de poetas y músicos, entre ellos, Luis Rafael Olivera, Antonio Mora, Francisco Castillo, Pablo Mora, Francisco Pinedo, Jesús Alberto Ramírez y Chucho Corrales. Nota de Luis Hernández Contreras.
Fue muy rebelde MARIA BONITA… Resultó imposible llevarla a la Casa Hogar "Medarda Piñero". Estuvo allí de visita. Pero no podía resignarse a la realidad de una habitación, de una puerta, de unas compañeras. Rompió todos los cánones de la convivencia. A borbotones le brotaban las palabras de grueso calibre. Quizá para ella esas palabras constituían la mejor defensa contra esa intemperie física y espiritual en que vivía. Cualquier acera de la ciudad, especialmente de la Séptima Avenida, le sirvió de lecho. Unos cartones fueron su colchón, y su cobija algunos periódicos…
Diminuta de cuerpo, tez morena, voz chillona, pelo desaliñado, ojos pequeñitos y penetrantes, María Bonita logró robarse el corazón de los sancristobalenses, hasta llegar a convertirse en un personaje popular… Todo el mundo la quería. Para ella el último vestido de moda, la última cartera, el último par de zapatos. Y así, ataviada exóticamente, encabezaba los desfiles de la Feria de San Sebastián, mientras saludaba con ambas manos a un público que la aplaudía, que le tiraba flores y que le regalaba piropos. María Bonita pertenece desde ya al inventario sentimental de la ciudad. Ella constituye una nota, estridente quizá, pero nota al fin, de esa bella melodía que San Cristóbal va componiendo desde hace más de cuatro centurias. Podrán olvidarse muchos nombres importantes, podrán desaparecer instituciones famosas, pero el nombre y la figura de María Bonita no desaparecerán jamás, porque han quedado definitivamente grabados en ese mármol indestructible que es el afecto de un pueblo".
En cualquier sitio concurrido ella podía especular sobre sus esguinces y contorsiones, muchos de los desocupados le lanzaban un piropo, y a veces se metían con ella.